5 DE MARZO


¿Nunca hemos oído aquello de que no es cuestión de buscar culpables si no de encontrar soluciones? A veces estamos tan centrados en nuestro egoísmo, en nuestras cosas, en lo que nos beneficia a nosotros que no queremos ver más allá, solo buscar nuestro propio interés e incluso si a alguien no le agrada lo nuestro, buscamos la discusión o el culpabilizar rápidamente a otro para seguir con nuestras cosas tranquilamente estemos donde estemos. Parece que no nos queda claro que el “yo” no puede existir sin el “tú” y que dando vueltas en un círculo cerrado no se puede llegar a ningún sitio. Quizás es hora de abrir los ojos para ver la verdad. Realmente lo que nos quiere decir Jesús hoy es algo muy parecido…

Adaptación  Jn 2, 13-25
Jesús normalmente era un hombre tranquilo, y de buen humor. Pero cuando se tenía que enfadar, también lo hacía. Como un día que entró en el templo y se encontró con que había un montón de gente vendiendo cosas, estafándose unos a otros, aprovechándose de los que tenían necesidades. Entonces se enfado muchísimo.  Hasta tiró algunos de los puestos a suelo y se enfrentó con los vendedores diciéndoles: “Estáis convirtiendo la casa de Dios en un supermercado”. Algunos judíos se enfadaron con Jesús y le decían que no tenía derecho. Pero él les contestó: “El templo verdadero no son las piedras, ni las normas, ni las paredes. El templo verdadero, ya lo veréis, soy yo. Porque cuando la gente me mire a mí, verá a Dios.
Ellos se quedaron muy sorprendidos y, verdad, no lo entendían del todo.


Eres casa de Dios, imperfecta… con heridas pero Él levanta y fortalece. Acoge.


REFLEXIÓN:
No deja de sorprendernos ver a Jesús enfurecido, sacando a los mercaderes del Templo a latigazos. Una auténtica locura. Si lo pensamos bien, tiene su sentido, ¿Qué haríamos nosotros si entrásemos en la casa de nuestros padres y aquello se hubiera convertido en un mercadillo? Tendríamos que defender lo que es nuestro, lo que queremos, si no hiciéramos nada, ¡menudos hijos seríamos! El amor que a Él le
mueve a hacer eso es el que nos tiene que mover a nosotros para querer lo que tenemos, cuidándolo y mimándolo. Esto no es algo pasado, a día de hoy sigue habiendo “mercaderes” que invaden lo que más queremos y no precisamente personas, si no que los auténticos mercaderes son el egoísmo, la injusticia, la violencia, la opresión, la indiferencia, la desconfianza, la mentira, el “sincorazón”…

Sí, esos mercaderes son los que tenemos que echar de nuestra vida y continuar creyendo y construyendo día a día caminos nuevos para confiar en que este “mercado” en el que vivimos puede acabar brillando con amor, que es de lo único que es culpable Jesús, de querernos tanto.


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